viernes, 2 de septiembre de 2011

La Extraña Muerte de Juan Pablo I


El 28 de septiembre de 1978, el Vaticano estuvo de luto. El Sumo Pontífice, Juan Pablo I, luego de tan solo 33 días de pontificado, fue hallado muerto en su habitación de la Santa Sede. Desde entonces muchas preguntas se han tejido en torno a este hecho específico. ¿Fue una muerte natural o fue envenenado? Y si fue envenado ¿quién o por qué lo hicieron?



Un comunicado contradictorio

La primera versión luego de la muerte del Sumo Pontífice, sucedió a tres horas de hallado el cadáver. En ese primer momento el comunicado indicaba que el Santo Padre había fallecido producto de un infarto agudo al miocardio.

El comunicado decía que “el secretario particular del Papa, no habiendo encontrado al Santo Padre en la capilla, como de costumbre, le ha buscado en su habitación y le ha encontrado muerto en la cama, con la luz encendida, como si aún leyera. El médico, Dr. Renato Buzzonetti, que acudió inmediatamente, ha constatado su muerte, acaecida probablemente hacia las 23 horas del día anterior a causa de un infarto agudo de miocardio".

Esta descripción sin embargo, resulta ser para muchos sospechosamente inexacta. En principio, quien encontró al Papa no fue su secretario personal, sino, una religiosa llamada, Sor Vicenza, quien ha asegurado que halló al Santo Padre sentado en la cama, con las gafas puestas y unas hojas de papel en las manos y que además, sonreía.

Para muchos esta descripción resulta sumamente contradictoria con el cuadro descrito en el comunicado. Muchos se preguntan ¿Cómo alguien que ha sufrido un “ataque” cardíaco puede morir de una manera tan pacífica? ¿Incluso sonriendo y leyendo?

Ante esto, el Vaticano indicó rápidamente que la salud del Papa estaba deteriorada mucho antes de su elección. Algo, que señalan, era conciente el propio Juan Pablo I. No obstante fue el propio médico de cabecera del Papa Luciani, el doctor Da Ross, quien se encargó de desmentir esta afirmación, al comentar que el Santo Padre tenía un buen estado de salud y que su único mal era tener la presión un poco baja.



Supuesta autopsia

Según se comenta, luego de su muerte el Papa Juan Pablo I fue sometido a una autopsia, en ella, se supo que el Santo Padre había muerto por la ingestión de una dosis fortísima de un vasodilatador, probablemente recetado por teléfono por el doctor Da Ross, algo impensable pues tal medicamento es una contraindicación para pacientes con presión baja. El médico Da Ross desmintió prontamente aquella información aclarando que él no le receto nada al Papa esa noche ni en las anteriores pues éste se encontraba bien.



¿Qué leía el Papa al momento de su muerte?

En las descripciones dadas tanto oficialmente como por fuentes internas, el Papa Luciani se encontraba, en el momento de su muerte, sosteniendo unas cuantas hojas. En esos papeles, Juan Pablo I habría escrito la reorganización y el cambio del poder dentro del Vaticano.

Esta reforma no era sino el primer paso de los múltiples cambios que el Sumo Pontífice pretendía instaurar durante su mandato. Entre las principales, estaría la reestructuración del Instituto para Obras de Religión (IOR) o Banco Vaticano, y la lucha directa en contra de la mafia y la masonería.

En cuanto a la reforma del IOR, Juan Pablo I pensaba destituir al obispo Paul C. Marcinkus. Una de las figuras más sombrías en ese entonces del Banco Vaticano y declaradamente opositor a la elección de este Papa al considerarla “Un descuido del Espíritu Santo”.

Por otra parte, Juan Pablo I, también quería hacerle frente a la mafia. Se sabe que Luciani tenía en su poder una lista elaborada por el periodista italiano Mino Pecorelli, miembro arrepentido de una logia, que contenía los nombres masones que se hallaban dentro del Vaticano, cuatro de ellos incluso, cardenales considerados “papables” en la época de Luciani.



¿Muerte anunciada?

La teoría conspirativa sobre la muerte de Juan Pablo I, concluye entonces, que el Papa no fue muerto naturalmente como dice el comunicado oficial del Vaticano, sino que fue asesinado, probablemente envenenado ya sea por la mafia, la masonería o por sus propios enemigos dentro de la Santa Sede que se oponían a las reformas que éste quería hacer.

No obstante, a pesar de las preguntas razonables que se tejen sobre el tema, el Vaticano se rehusó desde un primer momento a realizar las investigaciones del caso. Considerándolo cerrado hasta la fecha.

Para muchos no hay duda que algo extraño ocurrió con Juan Pablo I esa madrugada, y que los responsables de tal trágico evento aún se hallan tejiendo su poder dentro del Vaticano, impidiendo que este tema, a pesar de los años, se esclarezca.

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